Palabras en la Nada
Una furia salvaje me lleva a
escribir de la manera más feroz.
Un sinfín de palabas me arañan
tras los párpados, no tengo la certeza de lo que pretenden pero tengo la
firmeza de dejarlas salir por donde quieran.
En un intento fallido por encontrarlas
e invitarlas a salir entreabrí mis labios y esperé pero mi lengua estaba
cansada.
Entonces pensé en aquellos signos que había visto intercambiar
a un grupo de muchachos, signos que podrían serme muy útiles en este momento. Y
recordando a los muchachos me
acuerdo de que ellos me enseñaron que en el silencio también se habla a la vez.
Me acuerdo de esto, y me acuerdo
de que si hago un antiguo
ejercicio puedo conseguir que estas palabras se adelgacen como lo hacían las de
Neruda y de este modo se atrevan a salir.
No sé si pretenderlas dará
resultado porque pienso más en ellas que ellas en mí. Y es entonces cuando me
doy cuenta de que sin mí no son nada y de que yo sin ellas tampoco soy nada.
De que al final somos nada… pero
que esa nada es todo cuanto escribo.